miércoles, 6 de mayo de 2020

Co-ponencia 1(Angie Daniela Bernal Rico)



Ante lo planteado en la ponencia de la compañera Angie Daniela Bernal Rico, quise ubicar mi intervención haciendo énfasis en dos puntos que considero más relevantes para dar inicio a la discusión.
1)La ciencia como forma de poder
En el segundo punto de la ponencia (conocimientos situados) Angie nos habla de como Haraway interpreta esta figura retórica en la que caen los saberes científicos para codificarlos en una verdad aceptada, es decir para enunciar al mundo un saber objetivo prácticamente indiscutible; Sin embargo, creo que uno de los grandes riesgos al momento de intentar universalizar el conocimiento es caer en lo que Haraway enuncia como ´´reduccionismo´´. Si bien el riesgo es adoptar estos discursos de poder que eliminan a mí a parecer no solo los lenguajes e interpretaciones de culturas como por ejemplo las nativas y ancestrales que no entran en sus ´´canones cognitivos´´ al tener una interpretación del mundo menos positivista, de tal manera creo que lo preocupante  en estas lógicas no es solo la universalidad y el inminente exterminio de las subjetividades, sino el poder de reconocimiento que le hemos dado a la ciencia, lo cual creo que ha estado inmerso incluso  en las dinámicas pedagógicas de las instituciones educativas y en los modelos de formación con que se  fomentan los ideales  de valor productivo para una sociedad globalizada.

2)La importancia del lenguaje
Ubicándome nuevamente en la segunda parte de la ponencia, Angie cita a Haraway «lo que tiene la etiqueta de conocimiento es controlado por los filósofos que codifican la ley del canon cognitivo» (Haraway, p. 314). De manera paralela a lo que también plantea Haraway en el texto, es el lenguaje el código -por decirlo así- o la herramienta fundamental del filósofo para dar rienda suelta al conocimiento que desea intervenir o exponer. En este sentido la importancia del lenguaje no se debe pensar solamente como un artefacto de poder, al caer en el riesgo de adoctrinar un discurso, es decir, como un arma de doble filo cuando es casi imposible que el lenguaje escape de lo político. Sin embargo, en la ponencia se plantea el valor que se le da a la objetividad en comparación al criterio subjetivo: ´´Se entiende el saber objetivo como algo que se basa en hechos reales, en la lógica o en algo que se puede probar y no en algo que se base en creencias propias, en las emociones, sentimientos, en contextos específicos etc. Pues estos últimos permean todo de subjetividad y pierden su validez. ´´. En este sentido ¿qué clase de valor le otorgamos a las emociones?, al parecer los cánones cognitivos establecidos por el ser humano, tienden a alejarse precisamente de eso que también nos hace humanos, de lo que posibilita el arte y otros lenguajes emergentes, de acudir también como dice Haraway  a otras ´´tecnologías semióticas´´ a otras formas de representarse sin terminar desmembrado(a)s en el intento es decir, sin poder reinventarse.
 Sera entonces que el abismo del que nos habla Haraway´´ entre lo que los científicos dicen que hacen y lo que en verdad hacen´´ (Haraway, p. 314), ¿es la imposibilidad de dar crédito a las emociones? Es decir, de poder comprender el mundo desde nuestras afecciones y no desde lógicas universales ya validadas que no encarnan nuestras preocupaciones y representaciones más íntimas en nuestra vida diaria.


Bibliografia: D. Haraway, (1995). ciencia cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Madrid: Catedra

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